"Quiero decirles que estoy comprometido con el pueblo hondureño y que no voy a descansar ni un día, ni un minuto, hasta bajar a la dictadura del poder que no le corresponde", recalcó mientras sus seguidores, algunos subidos en los muros de la embajada de Brasil y de otros edificios y casas vecinos, coreaban consignas a su favor.
"Somos un pueblo unido y un pueblo vencedor", expresó Zelaya.
A los seguidores que le quieren ver les dijo que "no se preocupen", que no piensa marcharse de Honduras, aunque "la primera vez -el 28 de junio pasado- me agarraron descuidado, dormido".
En esa fecha, los militares detuvieron a Zelaya en su casa y, en ropa de dormir, lo obligaron a abordar un avión en el que lo llevaron por la fuerza a Costa Rica.
"Ahora vamos a dormir juntos, nadie nos vuelve a sacar de aquí", recalcó Zelaya, quien asumió el poder el 27 de enero de 2006 para un mandato de cuatro años.
Agregó que "el mundo apoya a Honduras y Honduras apoya al mundo con la democracia".
"No vamos a rendirnos", aseguró, y luego se burló de las autoridades del Gobierno de facto, de las que dijo que creyeron que lo iban a detener en la frontera.
"Aquí estoy, vivito y coleando", dijo.
Indicó que él y sus seguidores no se irán de las calles frente a la embajada de Brasil "hasta que caiga la dictadura" y "los tiranos" estén "fuera".
El derrocado presidente se definió como "un olanchano humilde, pero trabajador", que les demostró valor "en las fronteras, en los retenes", a las autoridades de facto.
"No se dieron cuenta (...) que tenemos más estrategias, más capacidad de organización que cualquiera de los que hoy pretenden mantener el poder a través de la fuerza", dijo Zelaya.
Agregó que desde esta noche la resistencia contra los golpistas se comenzará a organizar "en equipos de trabajo".
La hilaridad fue mayor cuando Zelaya pidió a sus seguidores levantar la mano "los que quieren que se vaya la dictadura de Casa Presidencial".
Insistió en que quiere que las cosas se hagan sin violencia y que demostrarán "que pacíficamente los hondureños somos capaces de recuperar lo que hemos perdido o lo que nos quieren robar".
Acompañan a Zelaya en la sede diplomática brasileña su esposa, Xiomara Castro; su madre, Hortensia Rosales, y su hija, Hortensia, también conocida como "la Pichu", entre otros familiares y amigos.
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